20 dic 2008

DICEN QUE EL AYUNTAMIENTO DE SEVILLA QUIERE PROFANAR LA TUMBA DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA


Dice el periodista Felix Machuca, en el ABC del 11 de diciembre, que el Ayuntamiento de Sevilla, a petición de Cuba, va a permitir la exhumación y envío de los restos mortales a la isla, de Gertrudis Gómez de Avellaneda que descansa, junto a su marido y hermano en el Cementerio de San Fernando de Sevilla. Este acto, si se realiza, estará en contra de la última voluntad de la escritora ya que dejó escrito ante notario sus últimas voluntades. El ayuntamiento de Sevilla, si es cierta esa noticia, cometerá la profanación de su cadáver. Y los sevillanos, si lo permitimos, estaremos cometiendo también un delito de profanación
Copio parte de su testamento en el que ella ordena que a su muerte la entierren en Sevilla y que traigan desde la Habana los restos de su marido para enterrarla con ella.

La Avellaneda fue una de las más importantes escritoras españolas del siglo XIX. Simplemente nació en Cuba, pero vivió en nuestro país desde que era joven. Sus dos grandes amores, Cepeda y Tassara; sus dos maridos, Pedro Sabater y Domingo Verdugo; su unica hija, Brenilde, a la que perdió en pocos meses y toda su extensa obra nació y se desarrolló en nuestro país.
En su último testamento dice que desea ser enterrada junto a su marido en Sevilla, en el Cementerio de San Fernando ¿Cómo es posible que el ayuntamiento de Sevilla pretenda contravenir el deseo último de Gertrudis Gómez de Avellaneda?
El testamento dice:
"Ordeno que provisionalmente sea colocado mi cadáver en un nicho de la Sacramental de San Mártín, San Ildefonso y San Marcos, hasta que transcurrido el tiempo señalado por la Ley, se le traslade a Sevilla, donde descansará definitivamente en la tumba de familia que allá existe en el Cementerio de San Fernando, y que fue hecho a costa mía y de mi cuñada (...) y los dos nichos del otro lado, me pertenecen a mí, queriendo sean colocados mis restos mortales en uno de ellos y en el otro los de mi marido Don Domingo Verdugo, cuyo cuerpo yace en el cementerio general de la Habana, desde diciembre de 1863; pero que es mi voluntad sea también trasladado a Sevilla a costa de la parte de mis bienes que he reservado para cumplimiento de las disposiciones contenidas en esta memoria. En el mármol que cubre los dos nichos que poseo en la indicanda tumba de familia, quiero se pongan los nombres de mi marido y el mío, y que en la capilla que hay sobre el Panteón, se coloque el cuadro del Señor Crucificado, que se hallará en mi dormitorio bajo el dosel de seda encarnado..."
¿Vamos a permitir que se la lleven en contra de su última voluntad? ¿Qué pretende el Ayuntamiento de Sevilla? ¿No es acaso sagrado respetar la deción de los muertos?
Ruego difundan este texto y copien y peguen este texto con su firma en la dirección del Ayuntamiento de Sevilla
http://www.sevilla.org/impe/sevilla/buzon?idActivo=H1003&idSeccion=H1003&vE=D4268,9,15

5 comentarios:

David Lago González dijo...

Hola.

He hecho lo que aconsejas en el post. Pero no estoy seguro de que el mensaje haya pasado al Ayto. de Sevilla pues dice algo de "problemas técnicos".

Mi nombre es David Lago González, y como La Avellaneda, soy poeta español nacido en Camagüey (Cuba), la ciudad cubana de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

François de Fronsac dijo...

Me sumo a la iniciativa y desde aquí la Apoyamos

François de Fronsac dijo...

Y hoy te deseo una feliz navidad, amiga Edith.

Maykel dijo...

Estimada Edith, gracias por el mensaje. Soy cubano, y creo que la Avellaneda fue muy cubana en todo. En su obra sobran expresiones de afecto por su desdichada Isla. Sin embargo, razón tienes cuando dices que en aquellos años, España y Cuba, no eran tierras tan distintas como lo son hoy. Y mucha más razón tienes cuando dices que Gertrudis debe quedar en Sevilla, respetada en su última voluntad. Así lo dispuso ella. Es mucha arrogancia que alguien ahora pretenda enderezarle el rumbo después de un siglo y cuarto.
A mi pesar, porque la creo cubana y así la creyeron todos, hasta Marcelino Menéndez y Pelayo con su rispidez, la Avellaneda debe permanecer dónde está, donde quiso reunirse con Verdugo y con la gente que amó. Tienes mil veces razón. Mi ciudad, que fue una de las que coronó y celebró a la poetisa en 1860, no se ha atrevido a reclamar a su hijo Antonio Machín, enterrado también en Sevilla, aunque el cantante sí declaró el deseo de reposar en el mismo sitió donde había nacido.
Un saludo desde Cuba.

Cris Gª. Barreto dijo...

Estimada Edith:

Te he concedido el premio Caminamos juntas por tu gran hacer poético, lo cual figura en mi blog.
A mi me lo concedió Pilar Iglesias de la Torre.

Un besazo y que los Reyes Magos sean muy generosos contigo.

Cris.