27 feb 2008

LA POESÍA ESTÁ POR ENCIMA DE LA POLÍTICA

III TERTULIA POÉTICA EL CARAMBOLO
Mientras los dos representantes del PP y PSOE se debatían en duelo (al parecer aburrido) en las cadenas de televisión, unos cuantos poetas nos reuníamos en la III Tertulia de El Carambolo (Sevilla), así lo hemos dejado claro en el programa de radio "No somos nadie" a la mañana siguiente en M80 Radio. La poesía está por encima de la política y preferimos esa noche leer poemas que escucharles.
"El mundo ha volcado su mercancía
y el mar
bocabajo
llora,
y nos moja
azul"
Edith Checa

18 feb 2008

VIDEO-POEMAS-HOMENAJE A BÉCQUER

NUESTRO HOMENAJE EN LA PRENSA


HOMENAJE A BÉQUER EN SEVILLA

HOMENAJE A BECQUER 17 FEBRERO 2008
Gustavo Adolfo Bécquer nació aquí en Sevilla el 17 de febrero de 1836, y falleció en 1870, con 34 años. Por eso hoy, traemos a esta Glorieta que lleva su nombre 34 claveles para hacerle nuestro particular homenaje. Pero lo más importante es que le traemos sus poemas y nuestros poemas que leeremos en rondas.
No voy a contaros la vida de Bécquer pero sí algunas cosas menos conocidas.
Aunque algunos no lo puedan creer, Bécquer murió sin haber publicado un libro. El día de su entierro varios amigos comenzaron a recoger dinero para publicar “El libro de los gorriones” y como no podían entre ellos solos, abrieron una suscripción pública en Madrid y Sevilla para que los amigos de ambas ciudades colaboraran en la publicación.
Estoy segura de que nunca en su vida pudo imaginar hasta dónde iban a llegar sus rimas o sus leyendas: 138 años después de su muerte se siguen leyendo sus poemas más quizás que los de cualquier otro poeta.
Hay otras cosas sobre Bécquer que muchos quieren ocultar porque piensan que destrozarían el mito. No pasa nada por saber que Bécquer, cuando era sólo un adolescente, escribía y dibujaba junto con su hermano Valeriano en los cuadernos de contabilidad que su padre les dejaba (cuadernos que he tenido el placer de ver y leer en la Biblioteca Nacional) escribía todo tipo de poemas, incluso pornográficos sobre las mujeres, de un nivel tan elevado que asustaría a más de uno. No pasa nada por saber que Bécquer no fue feliz en su matrimonio con Casta Esteban con la que tuvo unas relaciones turbulentas con varias separaciones. No pasa nada porque sepamos que estuvo enamorado de otra mujer o de otras mujeres.

Hace diez años, mientras escribía una novela (que más tarde se publicó y que tiene mucho que ver precisamente con Sevilla) por esas cosas raras que pasan en la vida (esas causalidades extrañas, o sincronías, como lo llamamos algunos) tuve el placer de cartearme con Rosario Rexach, Miembro de Número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Correspondiente de la Real Academia. Había escrito un libro sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda (a quién precisamente hicimos un homenaje hace unos días en el cementerio de San Fernando, aquí en Sevilla, donde está enterrada) Ese libro llevaba por título Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. La reina mora del Camagüey. Y me atrajo sobremanera los misterios que plantea en su libro la académica Rexach con respecto a Bécquer y a la Avellaneda. Misterios que me han llevado a hacer muchas cosas preciosas investigando sobre esa mujer, entre ellas un trabajo de investigación de doctorado, programas de radio y un documental para televisión en el que puse mi voz a sus poemas e incluso me vestí como ella y salí en algunas escenas dentro del documental que se emitió en la 2 y está colgado en Internet.
Dice la académica Rosario Rexach en su libro sobre Bécquer y la Avellaneda:
“Así se hace periodista Bécquer, y cronista literario y teatral, así como de sociedad. Y aquí viene lo sorprendente. En el momento en que Bécquer llega a Madrid (año 1854) es ya, la Avellaneda, una figura harto conocida tanto literaria como socialmente. Sin embargo, en ningún momento en las páginas que escriben uno y otra se nombran, ni siquiera se aluden. Y la sospecha se amplía cuando sabemos que muchos de los amigos de Bécquer, de los más íntimos, lo fueron también de Gertrudis. Confieso que vivo desde hace años intrigada por ese silencio. Una sola vez, que yo sepa, es mencionada la Avellaneda en relación con el poeta sevillano, y esto para quitarle importancia al hecho inmediatamente.”
Se refiere Rosario Rexach a una noticia que escribió Nombela, gran amigo de Bécquer, y que aparece en los periódicos de la época. (Rafael Montesinos)
“En casa de Joaquín Espín Guillén se celebraban veladas musicales y literarias a las que acudían doña Gertrudis Gómez de Avellaneda (y pone entre paréntesis) (que nunca coincidiría con Bécquer).
Este paréntesis escrito por Nombela en la noticia aparecida en los periódicos es a la que se refiere la académica Rosario Rexach.
Yo he podido leer con mis propios ojos esa noticia en la investigación que hice ¿Por qué razón se intenta dejar bien claro que nunca coincidieron Bécquer y la Avellaneda?

¿Por qué Bécquer, periodista y crítico de teatro, jamás nombra a Gertrudis, la más importante dramaturga del momento? ¿Por qué ella tampoco le nombra, pese a que tienen en común el teatro y la poesía? ¿Por qué los demás tampoco hablan de ellos, cuando tienen muchos y buenos amigos en común? ¿Por qué era importante enfatizar que no coincidieron ni siquiera en una tertulia literaria? ¿Qué relación pudo existir entre ellos?

Rosario Rexach, en el capítulo dedicado a los dos poetas, plantea algunas preguntas que motivaron mi afán por estudiar más a la Avellaneda.
“¿Hubo algún secreto en este silencio que todos se comprometieron a guardar?
Estamos tocando aquí la piel de un misterio que sólo apunto. Tal vez algún día cuando la investigación de la prensa periódica de esos años sea más exhaustiva, cuando las nuevas técnicas de archivo, datos y noticias sea más completa y fácil de manejar, cuando se descubran documentos de Bécquer -hoy al parecer desaparecidos- y quizá otros de la Avellaneda salgan a la luz; gran parte de todo esto quede esclarecido. Por lo pronto ahí está ese misterio indescifrable de las cartas de Bécquer quemadas por el poeta dos días antes de morir y la extraña coincidencia entre las leyendas que escribió la Avellaneda con las de Bécquer escritas 20 años después que ella. Por ahí debe continuar la investigación. Es tarea que dejo en manos de los jóvenes investigadores españoles. Yo espero de ellos un más cabal estudio del tema no sólo a nivel literario sino también personal.”

No he podido dedicar el tiempo suficiente a investigar este misterio. Quién sabe si dentro de unos años alguno de vosotros pueda esclarecer estos y otros misterios sobre Gustavo Adolfo Bécquer.
Edith Checa

1 feb 2008

HOMENAJE A GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA EN SEVILLA


UN RAMILLETE DE VERSOS SOBRE SU TUMBA EN EL 135 ANIVERSARIO DE SU MUERTE



A su entierro, sólo acudieron seis amigos poetas el 1 de febrero de 1873. Hoy en Sevilla, ocho amigos también poetas nos hemos reunido para hablar de ella, leer sus poemas y leerle los nuestros.



Fue una revolución en Sevilla, por su belleza de criolla y por otro lado por la espiritualidad y el encanto de ser inteligente y sensible.

Fascinó a muchos hombres y provocó amores apasionados pero también el rechazo instintivo en algunos. Y ese rechazo, como puede verse al leer sus cartas, fue precisamente por su condición de escritora, de mujer intelectual, de ser humano independiente, libre de opinar y libre de elegir. Esa condición fue su desgracia: ella misma, muy clarividente declaró a uno de sus amantes: “Jamás he sido feliz, ni he hecho feliz a nadie”
En 1840 está feliz de vivir en Sevilla, y también le encantan los sevillanos, tiene muchos amigos y conocidos. Escribe y escribe sin parar en periódicos de Sevilla y de Cádiz con el seudónimo de LA PEREGRINA.
En Sevilla estrena su primera obra de teatro “Leoncia”
Y escribe su primera novela “SAB”, la primera novela abolicionista de la historia de la literatura universal. Fue escrita diez años antes que la famosa novela “La cabaña del tío Tom” y 40 años antes de que se aboliera la esclavitud. En "Sab", la Avellaneda despliega su abierta forma de pensar canalizada en tres aspectos:
la libertad absoluta del ser humano para amar,
la condena de los prejuicios
y la defensa del negro en una trama que escandalizó en su época por tratarse del amor de una dama blanca y un esclavo negro.

Tula, la Peregrina o La Avellaneda, como así se la conocía luchó siempre por la igualdad de los seres humanos y por la justicia. Por eso en su época escribían sobre ella "Estamos en la obligación de admirar a esta mujer incomparable y poetisa de alto vuelo, que perdurará mientras perdure la lengua castellana y mientras haya amantes de lo bello, de lo grande y de lo extraordinario".

Su gran amor desde joven fue Ignacio de Cepeda, un aristócrata andaluz, frío y calculador. Le escribió cartas durante prácticamente toda su vida. Cepeda las fue guardando a pesar de que La Avellaneda le hizo prometer que las destruiría. Son cartas de amor y su autobiografía, de ahí lo fácil y útil que han sido para conocer a esta mujer tan extraordinaria. A pesar de ser su amante durante años Ignacio de Cepeda se casó con otra mujer, Doña María de Córdoba, quien, un año después de la muerte de su marido (hacía años que ya había muerto La Avellaneda), y sabiendo lo importante que sería para la historia de la literatura ese tesoro de cartas, ayudó a que se publicaran.
El segundo gran amor de su vida fue Gabriel Tassara, también sevillano, periodista, metido en política y mediocre poeta. Ambos se enamoraron locamente. Pero Tassara nunca suscitó en los lectores admiración por los poemas que escribía y por tanto sintió rabia y envidia por el éxito de su amante.
De la relación amorosa nació la única hija de Gertrudis, María-Brenhilde, pero Tassara no quiso saber nada desde que se quedó embarazada y la relación se rompió. La niña enfermó y cuando agonizaba, a los siete meses de edad, La Avellaneda le escribió cartas desgarradoras para que fuera a dar a su hija el cariño que le había negado desde su nacimiento. Le amenazó incluso con llevar a su hija muerta en brazos a uno de los teatros más populares de Madrid para que todos se enteraran de que él era el padre y no la había querido. Pero no cumplió su terrible amenaza. Tampoco Tassara acudió a su llamada, no llegó a conocer a su hija.
Tras la muerte de la niña, la Avellaneda, se hunde. Durante mucho tiempo está loca y desesperada hasta que un joven enamorado de ella la convence para casarse, para darle su cariño y su compañía. Se casan, Gertrudis comienza a sentirse querida y bien, pero la mala suerte quiere cebarse otra vez con ella y su marido muere a los seis meses de casarse.
No puede ya con su vida y se encierra en el Monasterio de Loreto en Burdeos.
Pasó el tiempo y por fin regresó a España, concentró toda su energía en escribir (quizás lo único que podía salvarla).
Madrid se tiende a sus pies. Se estrenan 19 obras de teatro que son aplaudidas con fervor. No deja de asistir a recitales y en todos los periódicos hablan de ella y se disputan el poder publicarle sus escritos. Toda la prensa española está plagada de noticias sobre la Avellaneda.

Pasan los años y se casa de nuevo, con Domingo Verdugo, y la mala suerte vuelve a visitarla, a consecuencia de una de sus obras de teatro exitosas, un desconocido se enfrentó a él y tras una discusión sacó un afilado estoque de la vaina del bastón y le hirió gravemente en el pecho. Tiempo después su segundo marido murió.

Poco a poco fue perdiendo a sus amigos de juventud y a sus seres queridos: su hermano Manuel y su hermana Pepita. Por otra parte los gustos literarios comenzaron a cambiar y arrinconaron a la Avellaneda, ya no sale en periódicos, ni goza de noches de estreno. Está enferma de diabetes.
En los dos últimos años de su vida en Madrid se cambia de domicilio doce veces.
Muere, y a su entierro sólo acuden seis amigos. Más tarde sus restos fueron trasladados aquí, a Sevilla, donde yace también su querido hermano Manuel y su marido Domingo Verdugo.