Gustavo Adolfo Bécquer nació aquí en Sevilla el 17 de febrero de 1836, y falleció en 1870, con 34 años. Por eso hoy, traemos a esta Glorieta que lleva su nombre 34 claveles para hacerle nuestro particular homenaje. Pero lo más importante es que le traemos sus poemas y nuestros poemas que leeremos en rondas.
No voy a contaros la vida de Bécquer pero sí algunas cosas menos conocidas.
Aunque algunos no lo puedan creer, Bécquer murió sin haber publicado un libro. El día de su entierro varios amigos comenzaron a recoger dinero para publicar “El libro de los gorriones” y como no podían entre ellos solos, abrieron una suscripción pública en Madrid y Sevilla para que los amigos de ambas ciudades colaboraran en la publicación.
Estoy segura de que nunca en su vida pudo imaginar hasta dónde iban a llegar sus rimas o sus leyendas: 138 años después de su muerte se siguen leyendo sus poemas más quizás que los de cualquier otro poeta.
Hay otras cosas sobre Bécquer que muchos quieren ocultar porque piensan que destrozarían el mito. No pasa nada por saber que Bécquer, cuando era sólo un adolescente, escribía y dibujaba junto con su hermano Valeriano en los cuadernos de contabilidad que su padre les dejaba (cuadernos que he tenido el placer de ver y leer en la Biblioteca Nacional) escribía todo tipo de poemas, incluso pornográficos sobre las mujeres, de un nivel tan elevado que asustaría a más de uno. No pasa nada por saber que Bécquer no fue feliz en su matrimonio con Casta Esteban con la que tuvo unas relaciones turbulentas con varias separaciones. No pasa nada porque sepamos que estuvo enamorado de otra mujer o de otras mujeres.
Hace diez años, mientras escribía una novela (que más tarde se publicó y que tiene mucho que ver precisamente con Sevilla) por esas cosas raras que pasan en la vida (esas causalidades extrañas, o sincronías, como lo llamamos algunos) tuve el placer de cartearme con Rosario Rexach, Miembro de Número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Correspondiente de la Real Academia. Había escrito un libro sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda (a quién precisamente hicimos un homenaje hace unos días en el cementerio de San Fernando, aquí en Sevilla, donde está enterrada) Ese libro llevaba por título Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. La reina mora del Camagüey. Y me atrajo sobremanera los misterios que plantea en su libro la académica Rexach con respecto a Bécquer y a la Avellaneda. Misterios que me han llevado a hacer muchas cosas preciosas investigando sobre esa mujer, entre ellas un trabajo de investigación de doctorado, programas de radio y un documental para televisión en el que puse mi voz a sus poemas e incluso me vestí como ella y salí en algunas escenas dentro del documental que se emitió en la 2 y está colgado en Internet.
Dice la académica Rosario Rexach en su libro sobre Bécquer y la Avellaneda:
“Así se hace periodista Bécquer, y cronista literario y teatral, así como de sociedad. Y aquí viene lo sorprendente. En el momento en que Bécquer llega a Madrid (año 1854) es ya, la Avellaneda, una figura harto conocida tanto literaria como socialmente. Sin embargo, en ningún momento en las páginas que escriben uno y otra se nombran, ni siquiera se aluden. Y la sospecha se amplía cuando sabemos que muchos de los amigos de Bécquer, de los más íntimos, lo fueron también de Gertrudis. Confieso que vivo desde hace años intrigada por ese silencio. Una sola vez, que yo sepa, es mencionada la Avellaneda en relación con el poeta sevillano, y esto para quitarle importancia al hecho inmediatamente.”
Se refiere Rosario Rexach a una noticia que escribió Nombela, gran amigo de Bécquer, y que aparece en los periódicos de la época. (Rafael Montesinos)
“En casa de Joaquín Espín Guillén se celebraban veladas musicales y literarias a las que acudían doña Gertrudis Gómez de Avellaneda (y pone entre paréntesis) (que nunca coincidiría con Bécquer).
Este paréntesis escrito por Nombela en la noticia aparecida en los periódicos es a la que se refiere la académica Rosario Rexach.
Yo he podido leer con mis propios ojos esa noticia en la investigación que hice ¿Por qué razón se intenta dejar bien claro que nunca coincidieron Bécquer y la Avellaneda?
¿Por qué Bécquer, periodista y crítico de teatro, jamás nombra a Gertrudis, la más importante dramaturga del momento? ¿Por qué ella tampoco le nombra, pese a que tienen en común el teatro y la poesía? ¿Por qué los demás tampoco hablan de ellos, cuando tienen muchos y buenos amigos en común? ¿Por qué era importante enfatizar que no coincidieron ni siquiera en una tertulia literaria? ¿Qué relación pudo existir entre ellos?
Rosario Rexach, en el capítulo dedicado a los dos poetas, plantea algunas preguntas que motivaron mi afán por estudiar más a la Avellaneda.
“¿Hubo algún secreto en este silencio que todos se comprometieron a guardar?
Estamos tocando aquí la piel de un misterio que sólo apunto. Tal vez algún día cuando la investigación de la prensa periódica de esos años sea más exhaustiva, cuando las nuevas técnicas de archivo, datos y noticias sea más completa y fácil de manejar, cuando se descubran documentos de Bécquer -hoy al parecer desaparecidos- y quizá otros de la Avellaneda salgan a la luz; gran parte de todo esto quede esclarecido. Por lo pronto ahí está ese misterio indescifrable de las cartas de Bécquer quemadas por el poeta dos días antes de morir y la extraña coincidencia entre las leyendas que escribió la Avellaneda con las de Bécquer escritas 20 años después que ella. Por ahí debe continuar la investigación. Es tarea que dejo en manos de los jóvenes investigadores españoles. Yo espero de ellos un más cabal estudio del tema no sólo a nivel literario sino también personal.”
No he podido dedicar el tiempo suficiente a investigar este misterio. Quién sabe si dentro de unos años alguno de vosotros pueda esclarecer estos y otros misterios sobre Gustavo Adolfo Bécquer.
Edith Checa
No hay comentarios:
Publicar un comentario